domingo, 15 de noviembre de 2020

Por un IVA único que permita hacer progresivas las cotizaciones a la Seguridad Social.

La idea es sencilla: que los menos afectados por la crisis aporten más para que los más afectados lo tengan más fácil. ¿Quiénes son los menos afectados? Los que mayor capacidad de consumo mantienen. ¿Quiénes son los más necesitados? Los que se han quedado sin trabajo o tienen empleos precarios. Pero antes de meternos de lleno en la propuesta que nos ocupa vamos a partir de 3 puntos para, en el caso de no conocerlos, entendernos.

  1. La crisis de la Covid19 afecta mucho más a unos que a otros. Por ejemplo, mientras que muchos trabajadores de la hostelería se han ido al paro, muchos trabajadores de oficina han teletrabajado y mantenido su sueldo intacto.
  2. Los recursos son limitados. Aunque queramos ayudar a todo el mundo, el Estado no tiene capacidad para hacerlo. Las ayudas públicas salen de la recaudación de impuestos y de una deuda pública que -no lo olvidemos- también habrá que pagar con impuestos.
  3. Debemos dedicar los recursos a los que más los necesitan. Sabiendo que tenemos una parte de la población muy afectada y que los recursos son limitados, estaremos de acuerdo en que lo más equitativo es centrar los esfuerzos en ellos.
Partiendo de esta base podríamos discutir si aumentar o no el gasto público, o si subir o no los impuestos, pero nos meteríamos en un debate ideológico. No vamos a entrar en eso. En este artículo lo que vamos a ver es cómo, con el mismo gasto público y con el mismo nivel de impuestos, se puede ayudar mucho más a quienes más lo necesitan. Y para ello necesitamos conocer también otras dos claves.

  1. No todos los impuestos se pagan en función de tus posibilidades. Hay dos tipos:
    • Impuestos progresivos. Aquellos en los que se paga según tu capacidad económica. Por ejemplo el IRPF, quien más gana, más paga.
    • Impuestos regresivos. Aquellos en los que todos pagan el mismo porcentaje, independientemente de su nivel adquisitivo. Por ejemplo las cotizaciones a la seguridad social, el que gana 1.000€ al mes paga el mismo porcentaje que el que gana 4.000€. O el IVA, tanto la familia humilde como la adinerada pagan el 21%.
  2. Además, algunos impuestos están subvencionados
    • Es decir, hemos decidido pagarlos entre todos en vez de que lo haga el contribuyente concreto. Por ejemplo, con la ‘tarifa plana para autónomos’ entre todos subvencionamos la mayor parte de la cuota del nuevo autónomo, independientemente de que sea una persona sin recursos o una con mucho dinero y varias propiedades. Pasa lo mismo con el IVA de algunos productos o servicios. 
Teniendo todo esto claro ya podemos pasar a la propuesta y título del post. ¿Y si dejásemos de subvencionar el IVA de algunos productos y servicios y, con esos recursos, convirtiéramos las cotizaciones en un impuesto progresivo? Analicémoslo.
  1. La subvención del IVA de algunos productos o servicios supone una fuerte merma en la recaudación de impuestos.
    • Situación actual: 
      Tenemos hasta 3 tipos diferentes de subvención del IVA.
      • Subvención del 100%. La tienen los servicios exentos, es decir con IVA al 0%, como los colegios privados, la cirugía estética, los seguros o la banca.
      • Subvención del 81%. La tienen los productos con IVA superreducido, es decir al 4%, como las revistas, el queso o la harina.
      • Subvención del 52%. La tienen los productos y servicios con IVA reducido, es decir del 10%, como los restaurantes, el cine, las corridas de toros, la peluquería o los billetes de avión.
      Estas subvenciones suponen decenas de miles de millones cada año, que pagamos entre todos para que se los ahorren, en su mayoría, los que más tienen y, por tanto, más consumen.
      Si dividimos a la población en 10 grupos de los que menos a los que más ganan, vemos cómo los más pudientes son los que se llevan la mayor parte de la subvención. (Gráfico: AIReF 2020) 
      Si analizamos el tipo de IVA medio de los gastos de cada familia, vemos como el 25% más humilde paga un 13% y el 1% más rico paga un 13,4%. Casi el mismo porcentaje. Impuesto regresivo donde los haya. 
      Vaya, que entre seguir subvencionando casi 300€ al mes al 10% más rico con la excusa de que el 10% más pobre se ahorre 45€, quizás lo suyo sería utilizar todos esos recursos para hacerle la vida más fácil a quien realmente lo necesita.
    • Propuesta: Si dejáramos de subvencionarlos, si dejáramos de pagar entre todos el IVA de los productos y servicios que compran quienes más tienen, conseguiríamos varias cosas:
      • Menos desigualdad. Tendríamos los recursos suficientes para hacer progresivas las cotizaciones a la Seguridad Social y así ayudar a quienes realmente lo necesitan.
      • Mayor justicia fiscal. No sólo cobraríamos más a quienes más tienen (y por tanto más consumen), sino que cobraríamos más a quienes ahora no pagan impuestos, porque los que viven en negro también consumen.
      • Menos capitalismo clientelar. Con un IVA único nos ahorraremos la constante presión de los lobbies de cada sector a los políticos para que les rebajen el IVA y puedan ganar más a costa de sus competidores.

  2. El impuesto regresivo de las cotizaciones a la Seguridad Social supone una fuerte barrera de entrada al trabajo. 
    • Situación actual: El trabajador que cobra el sueldo mínimo paga un 37,75% de cotizaciones a la Seguridad Social (6,35% a cargo del empleado, 31,4% a cargo de la empresa). En total el empleado recibe 1.035€ en su cuenta (12 pagas) y el empleador paga 1.455€, es decir, 420€ son impuestos y cotizaciones. De entrada. Y esto es algo que desconoce mucha gente, pero el que menos gana empieza pagando de impuestos casi 3 de cada 10 euros que genera.
    • Propuesta: Si lo hiciéramos progresivo, si los que menos ganan no empezaran pagando un 37,75%, conseguiríamos varias cosas:
      • Más empleo. Porque contratarlos sería mucho más barato y, por tanto, habría muchos menos despidos y muchas más contrataciones. 
      • Más sueldo para los que menos ganan. 70€ más cada mes en la cuenta por ahorrarse el 6,35% a cargo del empleado. Y la posibilidad de utilizar parte de los 350€ de ahorro por el 31,4% a cargo de la empresa para elevar el SMI en aquellas zonas que lo necesitan, como las grandes ciudades.
      • Mayor competitividad para las empresas que más trabajo generan. Cuantos más empleados tengas, más te ahorras con el cambio y, por tanto, mejor puedes competir. Así ayudamos, además, a frenar la desigualdad.

En nuestra mano está marcar la diferencia. La situación, desde luego, lo exige. 










miércoles, 6 de mayo de 2020

En el centro está la virtud


Si hace sólo 3 días me quejaba de los ‘tiempos de política ficción’ que vivimos, hoy me alegra volver a escribir para resaltar un episodio de política real. Frente a la amenaza del partido conservador de votar ‘no’ a la necesaria prórroga del Estado de Alerta (sin él no hay marco legal que permita restringir los movimientos y frenar los contagios), el resto de partidos no ultras se ha movilizado para hacer política. Ciudadanos, PNV y CC han llegado a sendos acuerdos con el Gobierno para, a cambio de una serie de medidas que consideraban clave, votar a favor de prórroga. Más País, PRC y Teruel Existe, igual. Esto es política real. Partidos que se sientan a negociar y acuerdan posiciones a cambio de medidas. Lo de los ultras nacionalistas de Vox, ERC, JxCat, Bildu, BNG y la CUP es, como ya dijimos, política ficción. Orquestado rasgamiento de vestiduras. Sólo relato. Que el partido conservador les imite en vez de hacer política y ser útil es, cuanto menos, preocupante. Veremos a ver si los barones del PP siguen permitiendo este teatro infantil e irresponsable a Casado o, como parece que ya están intentando, le fuerzan a abandonarlo.

Una vez hecho este primer y pequeño análisis de la actualidad más reciente, permitidme que me centre en lo que realmente os quiero contar hoy: amigos/as, en el centro está la virtud. Por supuesto en todo en general, pero en la política española en particular. Me explico.

Las consecuencias de la política de bloques


Durante muchos años (y en estos momentos) en España ha imperado una férrea política de bloques. La izquierda y la derecha no pactan. No matter what. Y claro, esto genera tres graves consecuencias:

  1. La primera. Que pagaban el precio que hiciera falta a los nacionalistas periféricos para alcanzar la mayoría. Lo cual no sólo genera evidentes agravios comparativos entre regiones (ahí sigue el cupo vasco y el convenio navarro), sino también tensiones territoriales y reivindicaciones secesionistas (miren las consecuencias de la educación sesgada en Cataluña). ¿Estaríamos sufriendo el ‘procés’ sin todas estas concesiones a la CiU de Jordi Pujol a lo largo de los años?

  2. La segunda. Que trataban de controlar todas y cada una de las instituciones del Estado. Y esto es mucho más importante de lo que parece. Porque la instrumentalización de las instituciones por parte de los partidos genera el descrédito de éstas entre los ciudadanos. Y porque una democracia avanzada necesita instituciones independientes que se controlen mutuamente. Lo contrario nos lleva al capitalismo clientelar y ahonda ese descrédito. Esto es precisamente lo que nos llevó al 15M y su grito por una “democracia real”. ¿Me vais siguiendo?
    Pero es que, además, si dejamos de creer en las instituciones corremos el riesgo de acabar apoyando a partidos totalitarios que proponen su supresión, abogando básicamente por una autocracia. Y con esto vamos a la siguiente consecuencia:

  3. La tercera y más peligrosa. Si los bloques no son capaces de pactar entre ellos, pactarán con esos extremos totalitarios, haciéndoles concesiones y, por tanto, dañando nuestra democracia y nuestros derechos y libertades.

Las dos alternativas


Ok. Hemos comprobado que la política de bloques entraña graves riesgos, pero ¿cómo podríamos cambiarla? 

  • La primera y más sencilla opción sería convencer a los grandes partidos de cada bloque (PSOE y PP) para que se levanten el veto. Que mejor que pactar con ultras (sean los de Vox, sean los de ERC) se permitan el uno al otro gobernar en solitario. Esto ya pasó en octubre de 2016, con la abstención del PSOE para el segundo gobierno de Rajoy. Pero no se repitió el gesto por parte del PP ni en la propuesta de presupuestos de 2019 de Sánchez, ni en su investidura de 2019, ni en la de 2020.
  • La segunda y más complicada sería contar con un partido bisagra, de centro, nítidamente institucionalista, capaz de sumar lo suficiente para pactar con ambos bloques, quitando poder a los nacionalistas periféricos, frenando la instrumentalización de las instituciones y evitando que los extremos cojan el mínimo poder.


El centro a lo largo de los años


Esta solución del partido de centro se ha intentado ya varias veces. Pero no por ello deja ser absolutamente necesaria. ¿Las repasamos?

  • La UCD (Unión de Centro Democrático) consiguió liderar la transición y poner de acuerdo a personas que se profesaban verdadero odio. No lo tuvo nada fácil. La hoy reconocida figura de Adolfo Suárez en su día sufrió ataques furibundos desde todos los ángulos, hasta de su propio partido. Habiendo ganado la primera legislatura en 1979 con 157 escaños pasó a tan sólo 11 en la segunda, en 1982. Pero ahí queda su legado: España cuenta con una democracia plena y consolidada, por mucho que la política de bloques le genere fallos.
  • Siguió intentándolo CDS (Centro Democrático y Social), que en 1986 obtuvo 19 escaños y en 1989 14. No sirvieron para la investidura, pues el PSOE no necesitó pactar.
  • De 1993 a 2008 no hubo ningún partido de centro en el Congreso: En 1993 Felipe González tuvo que hacerse con el apoyo de CiU y PNV; En 1996 José María Aznar otra vez de CiU y PNV y esta vez también con el de CC; En el 2000 no le hizo falta porque tenía absoluta, pero CiU y CC le volvieron a apoyar; En 2004 José Luis Rodríguez Zapatero necesitó el apoyo de ERC, CC, BNG y la Chunta.
  • En 2008 volvió el centro gracias a UPyD (Unión, Progreso y Democracia), pero su único escaño no fue suficiente. Zapatero requirió la abstención de CiU, PNV, BNG, CC y NaBai. En 2011 pasó a 5 diputados, pero la absoluta de Mariano Rajoy los hizo innecesarios. Aún así, hicieron un gran trabajo centrista y regenerador, hasta que en 2014 empezaron a quedar fuera de juego y en 2015 se acabaron autoliquidando. (Todo esto último lo conté en su día aquí)
  • En 2015 Ciudadanos cogió el testigo y entró con 40 diputados en el Congreso. Y la negociación liderada por Jordi Sevilla y Luis Garicano propició el conocido como Pacto del Abrazo, en el que los 40 escaños de Cs se unían a los 90 del PSOE, posicionándose como primera fuerza del Congreso, pero aún a 46 escaños de la mayoría. El acuerdo entre la izquierda y el entonces centro rompía la política de bloques, pero la negativa de Podemos derivó en una repetición de elecciones que permitió a Rajoy seguir en la Moncloa.
  • En dicha repetición, ya en 2016, Ciudadanos obtuvo 32 escaños. Pactó esta vez con el PP a cambio de medidas muy similares a las pactadas con el PSOE unos meses antes, ejemplificando su papel de centro bisagra. La suma volvía a ser insuficiente, pero esta vez la abstención del PSOE hizo innecesaria la participación de los nacionalistas.
  • En 2018 Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, observa cómo crece en las encuestas a costa de un PP en caída libre y rompe su pacto con ellos. Pedro Sánchez, de nuevo líder del PSOE, aprovecha la oportunidad y presenta una moción de censura. Le ofrece a Rivera convocar elecciones a cambio de su apoyo. Éste se niega. Consigue finalmente el apoyo de todos los partidos menos de Cs, que vota no, y de CC, que se abstiene. Rivera no reconoce este recurso perfectamente legal y legítimo de la moción de censura y abandona la postura de respeto a las instituciones para comenzar a calificar al nuevo presidente como un ‘okupa’. Es sólo el principio de la larga deriva que emprendería Ciudadanos, desde su centrismo socioliberal de origen, hasta un conservadurismo con tintes nacionalpopulistas. El centro volvía a quedarse sin nadie que lo representara.
  • Sánchez, sin necesidad ya de convocar elecciones ante la negativa de Cs, forma un gobierno para agotar la legislatura. Viendo el cambio de rumbo de Rivera, lo utiliza para hacer guiños al electorado centrista, nombrando a Josep Borrell, Nadia Calviño o Pedro Duque. Pero a principios de 2019 Ciudadanos mantiene su derechización y decide no sentarse a pactar los presupuestos con el PSOE. Como Sánchez se niega a pactarlos con los secesionistas, única alternativa, el resultado no es otro que la convocatoria de elecciones.
  • El resultado de las elecciones de abril de 2019 es, por primera vez desde la primera legislatura, la oportunidad para que el centro vuelva al poder. Rivera podía desdecirse de su discurso conservador de los últimos meses y sumar sus 57 diputados a los 123 de Sánchez. España podría tener un gobierno de coalición de centro izquierda y centro derecha, apoyado por una holgada mayoría de 180 escaños, y que representara a una mayor parte del electorado. Podía... pero no quiso. Inexplicablemente Rivera decide que no va ni a reunirse con Sánchez. Ignora todas las peticiones que, desde muchos y diferentes ámbitos, le llegan. Se enroca. Sánchez vuelve a tener como única alternativa a los secesionistas, además de a Podemos. Se vuelve a negar a pactar con ellos. Volvemos a elecciones.
  • En noviembre Ciudadanos paga su total similitud con el PP, al que apoya en todas las CCAA y ayuntamientos incluso asumiendo pactos con la ultraderecha de Vox. Pierde más del 80% de sus escaños, quedándose en 10. Rivera dimite e Inés Arrimadas coge el mando. Para decepción del electorado centrista mantiene la derechización de Cs y se niega a pactar con Sánchez su investidura. Éste, frente a la alternativa de convocar unas terceras elecciones, acaba pactando con los secesionistas de ERC.
  • HASTA HOY. Arrimadas pacta con Sánchez su apoyo a otra prórroga del Estado de Alarma a cambio de una serie de medidas que Cs considera indispensables. Se levanta el veto a los partidos de izquierdas autoimpuesto en 2018. Cs rompe de nuevo la política de bloques.

Y ahora, ¿qué?


Todavía es pronto para cantar victoria. Ciudadanos sigue siendo un partido conservador y el centro sigue estando huérfano. Pero los gestos de Arrimadas durante esta crisis y el pacto de hoy podrían frenar la integración de Cs en el PP y alumbrar un nuevo Cs centrado. El hecho de que algunas de sus figuras más ultras hayan causado baja, como Juan Carlos Girauta, también ayuda. A ver si Marcos de Quinto sigue sus pasos. Pero ¿cómo podría ejemplificar realmente Ciudadanos su vuelta al centro? Con dos contundentes acciones:

  1. Rompiendo los pactos con la ultraderecha en aquellas CCAA y ayuntamientos en los que dependen de ella. Esta estrategia además de devolverles al centro les puede ser muy rentable, no olvidemos por ejemplo que se les ha ofrecido la alcaldía de Madrid y su gobierno en solitario a cambio del apoyo a Gabilondo en la Comunidad.
  2. Ofreciendo su predisposición a pactar los presupuestos. No sólo para conseguir varias de las medidas de su programa, sino también para condenar a los partidos secesionistas a la irrelevancia en el Congreso.

Y, para terminar. Si lo de hoy de Cs no fuera más que un espejismo, siempre quedará la posibilidad de un nuevo intento. Quizás así gente como Toni Roldán y Francisco de la Torre (centro), Edu Madina (centro izquierda) o Borja Sémper (centro derecha) puedan volver a la política. O Manuel Valls encuentre por fin su sitio. La clave es acabar con esta peligrosa y autodestructiva política de bloques. ¡A ello!

domingo, 3 de mayo de 2020

Tiempos de política ficción

De repente, nos hemos despertado inmersos en un capítulo de Black Mirror. Evidentemente por la pandemia y su consiguiente confinamiento, pero no sólo. También en el terreno político observamos cómo nuestros dirigentes han dejado de tomar decisiones y asumir la responsabilidad de sus puestos, para trabajar en aras de otra poderosa prioridad: el relato.

La verdad, el hecho, la decisión concreta, el voto en el Congreso, el BOE... todo lo importante, vaya, ha pasado a un segundo plano. Ahora importa el relato. Cómo se venda la historia. Cómo la recojan los generadores de opinión en sus tweets y columnas, y cómo la repitan hasta la saciedad sus respectivos electorados.

Si a esto le unimos las cámaras de eco, más desarrolladas que nunca gracias a whatsapp y las redes sociales, pronto constataremos que no sólo tenemos políticos-ficción, sino también ciudadanos-ficción. Nos encontramos cayendo por una pendiente resbaladiza y tremendamente peligrosa en la que los ciudadanos eligen ‘bando’ y comienzan a vivir en una realidad paralela, en un mundo imaginario en el que el relato de “los suyos” se convierte en su realidad, ignorando que hay otros relatos o negándolos como ‘fake news’ cuando les llegan.

Resbaladiza y peligrosa, sí. Porque va a más, cada vez más rápido, y porque el final de la pendiente es la deshumanización total de “los otros”. «Si no ‘ven’ mi realidad sólo tiene dos explicaciones, o son unos pobres ignorantes engañados, o son unos malvados manipuladores interesados. Los primeros deben ser ignorados condescendientemente. Los segundos, enfrentados». Este cambio de la realidad por las realidades ficción, esta deshumanización del adversario político, acaba derivando en confrontación, en violencia, en la negación de derechos a ‘los otros’ y el retroceso en libertades de todos... es la antesala del totalitarismo.

Veámoslo con dos ejemplos, uno bastante sencillo y otro algo más complicado:


1) El fácil: el secesionismo vs. la supresión de las autonomías.


  • En Cataluña tenemos unos políticos (JxCat, CUP, la inmensa mayoría de ERC y algunos dirigentes de ECP) que consideran su percepción como la única real, negando y enfrentando a aquellos que no la ven como ellos. Su relato épico de lucha por la secesión es lo que importa. La gobernanza real (Sanidad, educación, economía, infraestructuras, seguridad, etc.) queda en un segundo plano. No importa, en definitiva. Pues todo es culpa del Estado, independientemente de que hablemos de competencias plenamente transferidas. Y todo es por y para el objetivo final de la secesión, aunque se trate de temas en nada relacionados. Este grupo considera a los que no ven con buenos ojos su secesión y su correspondiente pérdida de derechos de ciudadanía como ignorantes o enemigos. Deshumanizados. No pueden opinar diferente porque sí. Para ellos es por ignorancia o por maldad.
  • Frente a ellos tenemos unos políticos (Vox y algunos dirigentes de PP y Cs) que consideran a su vez su percepción como la única real, negando y enfrentando a quienes no la ven como ellos. Su relato épico de lucha por la supresión de las autonomías es lo que importa. La gobernanza real (Sanidad, educación, economía, infraestructuras, seguridad, etc.) queda en un segundo plano. No importa, en definitiva. Pues todo es culpa de los secesionistas y sus cómplices, independientemente de que hablemos de competencias del Estado. Y todo es por y para el objetivo final de la recentralización, aunque se trate de temas en nada relacionados. Este grupo considera a los que no ven con buenos ojos su recentralización y su correspondiente pérdida de los derechos de autogobierno como ignorantes o enemigos. Deshumanizados. No pueden opinar diferente porque sí. Para ellos es por ignorancia o por maldad.

2) Vamos al difícil, la mayoría parlamentaria para la investidura: Casado vs. Sánchez.



El PP de Casado ha trabajado en dos relatos que, si bien son ficticios, han calado con profundidad entre su electorado:

·         Sánchez siempre ha querido meter a Podemos en el Gobierno y pactar con los secesionistas”.

Da igual que Sánchez se negase a hacerlo para aprobar los presupuestos y a causa de ello tuviese que convocar elecciones para abril de 2019. Da igual que Sánchez se volviese a negar a hacerlo para conseguir su investidura y a causa de ello tuviera que convocar unas segundas elecciones para noviembre de 2019. Da igual que a la tercera, tras pactar con Podemos, volviese a pedir la abstención de algunos diputados del PP para no tener que pactar con los secesionistas de ERC.

El relato es evidentemente falso. Si Sánchez hubiese querido eso lo hubiera hecho en febrero de 2019, no un año después, tras dos elecciones generales.

·         Casado no ha podido evitar la entrada de Podemos en el Gobierno ni el pacto de investidura con ERC”.

Da igual que no ofreciera sentarse a negociar en ningún momento los presupuestos de 2019 cuyo rechazo derivó en las elecciones de abril. Da igual que no ofreciera sentarse a negociar en ningún momento la investidura cuyo rechazo derivó en las elecciones de noviembre. Da igual que no ofreciera sentarse a negociar en ningún momento la investidura que finalmente salió adelante con los pactos de PSOE con Podemos, PNV y ERC. Da igual que a día de hoy siga sin ofrecer la posibilidad de pactar unos presupuestos a cambio de la salida de Podemos del Gobierno, consiguiendo así también que los secesionistas dejen de tener poder de decisión.

El relato es evidentemente falso. Si Casado hubiese querido evitarlo hubiera ofrecido u ofrecería su apoyo a un gobierno del PSOE en solitario o, incluso, a una gran coalición.

Por su parte, Sánchez ha trabajado en dos relatos que, si bien son ficticios, también han calado entre su electorado:

  • Meter a Podemos en el Gobierno y pactar con ERC era inevitable

    No. La alternativa era convocar unas terceras elecciones. Es cierto que Podemos ha bajado bastante el tono desde que ha entrado en el Gobierno. También es cierto que el pacto con ERC al final era agua de borrajas. Pero ahí está Iglesias de vicepresidente y ahí está la firma del PSOE en un documento junto a un partido que trató de romper el Estado de Derecho en el Parlament los días 6 y 7 de septiembre de 2017. La política es elegir, se eligió pactar con Podemos y ERC frente a la alternativa de repetir elecciones por tercera vez.

  •       “Hicimos todo lo que pudimos para recabar el apoyo de la derecha
    No. Se pidió el apoyo, pero no hubo un esfuerzo verdadero para conseguirlo. Ni se presentó una propuesta de gobierno de coalición con Ciudadanos en la primavera de 2019, por mucho que Rivera no cogiera el teléfono. Ni se ofreció un paquete de medidas significativo para recabar la abstención del PP a final de año, por mucho que la actitud de Casado no invitase a ello. La política es elegir, y Sánchez eligió repetir elecciones primero y pactar con Podemos y ERC después, frente a la alternativa de hacer una oferta contundente a la derecha.


Son sólo dos ejemplos. Pero hay muchísimos más. Por favor que no os desvíen del objetivo del post, que no es otro que los 4 primeros párrafos: una crítica a la política ficción centrada en el relato y un alegato por la vuelta a los hechos, a las decisiones, a los pactos hacia el centro y a la asunción de las propias responsabilidades.