lunes, 18 de abril de 2011

Reduciendo Déficit Ganamos Todos. Capítulo 4: Localismos

En este país el tema del “patriotismo local” se nos ha ido de las manos. Una cosa es que nos encante decir de donde somos “exactamente”, localmente, nombrando hasta el barrio o la misma calle; y otra muy distinta es que el Estado tenga que pagar todas nuestras ansias de reivindicación local. 

Hemos tocado fondo, el “café para todos” no es asumible en el medio plazo (ni en el corto), hemos de fijar bases de sensatez y administración económica eficiente; o nos hundimos.

Estas bases implican reordenar el Estado, para que éste (como Estado de bienestar) sobreviva. No podemos seguir manteniendo 17 parlamentos autonómicos, 1.031 diputados provinciales, miles y miles de ayuntamientos, con sus respectivas concejalías… no podemos, es inviable, no puede vivir tanta gente del Estado, porque vivir del Estado implica vivir de las contribuciones del resto, pero si ese resto es cada vez más pequeño (camino de los 5 millones de parados)… no dan los números. (Mirad esta imagen, con el nº de altos cargos y su coste.)

No hace falta que Moody’s nos diga que el modelo de financiación regional no es sostenible, o que venga Carmignac a decirnos, hace dos meses, que dan igual las reformas del gobierno, que lo que importan son los 107.000 millones de deuda de las 17 CCAA. ¿Es que acaso no lo vemos nosotros mismos?

Éstos son algunos de los cambios que yo propongo:

  • Venta o cierre de todas las televisiones municipales, provinciales o autonómicas. No son un servicio básico, por lo que el Estado no ha de gastar nuestro dinero en ellas. Ejemplos: Las TVs autonómicas cuestan 2.134 millones de euros al año. La TV municipal de Barcelona (BTV) gastó más de 18 millones en 2010, la de Mallorca más de 8, la de Sevilla (Giralda TV) 4, Ceuta 2’7, Jaén 2’5 y la lista sigue y sigue. ((Por cierto, aprovecho para decir aquí que también es absurdo que TVE pague por los derechos de la Champions si otras cadenas que emiten en abierto también pujaban por los mismos))
  • Estudio muy serio de la duplicidad de las administraciones. Y eliminación de las que no sean estrictamente necesarias. A mi entender, a nivel regional, me quedaría con ayuntamientos, delegaciones del gobierno y poco (o nada) más.
  • Eliminación de los otros 13 defensores del pueblo que hay, a parte del nacional, y que nos cuestan 55 millones de euros al año (sale a 1.354 euros cada queja)
  • Celebración el mismo día de todas las elecciones autonómicas y municipales. Básicamente porque si un trimestre tenemos las catalanas, al otro las andaluzas, al de más allá las vascas, etc. el político nacional se pasará la vida en campaña y no habrá forma de que se siente a hacer su trabajo.
  • Paralizar las subvenciones a aeródromos no rentables y privatizar el 100% de AENA. ¿Por qué? Para evitar que se siga sufragando con dinero público locuras localistas. Ejemplos (Crónica13/03/2011):
o   AENA tiene 47 aeródromos, en 2010, 37 de ellos (casi el 80%) tuvieron un resultado operativo negativo.
o   Aeropuerto de Huesca, administrado por AENA, sus 39 trabajadores lo abren cada día, pero solo tiene un vuelo por semana, con una media de 0’55 pasajeros por vuelo (Sí, la mayoría parten vacíos). 57 millones de euros de dinero público invertidos (tirados a la basura).
o   Aeropuerto de Salamanca, también de AENA, 3’5 pasajeros por vuelo, costó 7 millones de euros, tiene una deuda de más de 35 millones y este año se invertirán casi 3 millones más.
Aeropuerto de Albacete, costó 7’5 millones de euros, tiene una deuda de más de 20 y pérdidas anuales de 3. Todo para una media de 9 pasajeros por vuelo.
o Si seguimos con AENA tenemos Logroño (6'7 pasajeros/vuelo), Burgos (9’4 pasajeros/vuelo), Córdoba (14’7), Badajoz (17’9) o León (19’6)
Pero hay más, los que no son de AENA, Ciudad Real, un auténtico monstruo vacío, Lérida, ídem, y Castellón, que pierde dinero sin parar… TODOS ellos han tenido ayuda pública.

·         Eliminación de las “embajadas” de las Comunidades Autónomas (Según datos oficiales 2010: Cataluña 48, C.Valenciana 23, Andalucía 22, Asturias 13, País Vasco 12, Murcia 12 y sigue hasta las 188 totales.)(Cuantificaba El Mundo el 23/01/2011 en 500 millones de euros su gasto)

·         Reducción drástica del número de ayuntamientos. Establecer un número de población mínima.

Para despedir este capítulo os dejo el artículo de Mercados “El ‘Top 100’ del derroche autonómico” aquí o aquí; y una frase: decía Bismarck que “el político solo piensa en las próximas elecciones, el estadista en las próximas generaciones”.

Tengamos conciencia de Estado, cambiemos el panorama, invoquemos al sentido común y la eficiencia económica

¡Hasta el próximo capítulo!

miércoles, 6 de abril de 2011

Reduciendo Déficit Ganamos Todos. Capítulo 3: Sanidad

Como sabéis, la sanidad es una de las partidas a las que mayor cantidad de dinero público se destina. Por lo que la eficiencia económica sanitaria es un tema de estudio en sí mismo. Éste ha dejado de ser un tema político y ha pasado a ser un tema matemático, simplemente no hay dinero.

Ejemplos claros pueden ser los retrasos reiterados en los pagos a proveedores, con sus consiguientes cierres y despidos (La Región de Murcia terminó 2010 con una deuda en productos sanitarios -sin contar los medicamentos- de 867 millones de euros); o el cierre de quirófanos por las tardes al que se han visto obligados a llegar en algunos hospitales de Cataluña, con su consiguiente aumento en la lista de espera.

Pasemos pues, a enumerar diferentes medidas de contención del gasto:

  • Recetar por principio activo. Esto significa que el médico estará obligado a recetar el medicamento con “su nombre común” digamos, esto es, sin especificar la marca; y el farmacéutico estará obligado a dar el genérico, el más barato. En caso de que el usuario quiera una marca en concreto, habrá de abonar la diferencia. Esto, que ya se está realizando en Andalucía, debería hacerse en todo el país. No es lógico que el Estado pague más por unas pastillas que causan el mismo efecto, solo porque el color de la caja sea diferente.
  • Armonizar las prestaciones sanitarias. A día de hoy las competencias sanitarias están transferidas a las CCAA, por lo que son éstas las que deciden que prestaciones ofrecer. Esto es un clarísimo agravio comparativo que va en contra del principio constitucional de igualdad de los españoles; no puede ser que un español de X comunidad autónoma se le pague X tratamiento y al de la comunidad de al lado se le niegue. A parte, esto implica dividir por 17 la eficiencia multiplicando por el mismo número las promesas electorales.
    Las prestaciones han de ser las mismas en todo el país, y éstas deben haber sido consensuadas y evaluadas, demostrando que son necesarias, eficaces y eficientes.
  • Poner freno al turismo sanitario. Somos el hospital público del mundo, estamos dando asistencia gratuita a extranjeros por el mero hecho de empadronarse. Es inasumible el efecto llamada de enfermos de todo el mundo hacia un sistema sanitario que solo costea un país, nosotros. Y este punto coge mayor relevancia, cuando vemos como a los españoles sin seguro o seguridad social se les ponen infinitas trabas administrativas. No es lógico y no podemos costearlo, hay que pararlo cuanto antes.
    En otros países se han implantado medidas para cubrir al extranjero tan solo las prestaciones que cubra el sistema público de su país de origen, evitando así que se viaje a dicho país con fines sanitarios.
  • Reducir el exageradísimo uso de la sanidad, disuadir. Es muy sencillo, hacer que la gente utilice la sanidad pública cuando la necesite, pero sólo cuando la necesite. El carácter español acude al gratis total como el toro a la muleta. Los sanitarios siempre ponen como ejemplo dos poblaciones muy cercanas, una en territorio español, gallego, y otra en territorio portugués, misma población, misma alimentación, mismos hábitos de vida, misma patología; sin embargo las urgencias del centro de salud (17:00-09:00) registran una media de 3 visitas en el portugués y 30 en el español. ¿Por qué? Porque allí se paga entre 2 y 2,70 euros y aquí absolutamente nada.
    La gratuidad absoluta es contraproducente, perversa. Se han de establecer tasas disuasorias que frenen el consumo abusivo e innecesario. Por supuesto, estas tasas deberán ser razonables para no cargarnos la equidad y que nadie deje de ir al médico por no poder pagarla. (Y si alguien me dice que la viuda que vive con una pensión de 400 euros no puede pagar esos 2,50, le respondo que el problema no está en esos 2,50, si no en la ridícula pensión, que al reducir el déficit público, como explico en estos capítulos, se podría y debería subir)
    Hay quien llamará a esta medida “copago”, decirles que la recaudación en porcentaje del coste será ínfima, y que con ella no se intentaría aumentar ingresos sino reducir costes innecesarios.
    La sanidad es una prestación básica, un pilar fundamental del estado de bienestar, recogido por nuestra constitución. Pero no confundamos un derecho con un abuso. Las desigualdades existen y el Estado debe mitigarlas en lo posible, sin caer en la "barra libre" porque además, fulminada la barra, se acabaron las copas... para todos.
  • Establecer límites al sistema de plazas en propiedad. Si un trabajador tiene constancia de que haga lo que haga va a mantener su sueldo y su trabajo intacto ¿dónde está la motivación? Se tienen que establecer incentivos a los buenos profesionales (promociones internas y salariales, pagos en variable, etc.) y castigos a los malos. Lo que no puede ser es que haya trabajadores extremadamente improductivos e ineficientes a los que no se pueda echar, y a la misma vez, magníficos profesionales que sacan muchísimo trabajo siendo interinos de por vida a los que no hay dinero para ofrecerles una plaza fija.
  • Crear residencias socio sanitarias. Simplemente porque el coste paciente en un hospital es muchísimo más alto que el coste paciente en una residencia socio sanitaria, siendo la atención al paciente la misma.

Voy a parar, que tampoco quiero aburriros, pero se podría seguir con tema liberados sindicales, la prevención de riesgos, ahondar en el modelo de las farmacias hospitalarias, la promoción del autocuidado y los hábitos de vida saludables, etc.

Espero que lo hayáis comprendido y disfrutado. Otro modelo económico en el que el ciudadano corriente reciba las mismas (o mejores) prestaciones y pague menos por ello es posible, basta con una administración seria, rigurosa, eficiente y profesional de los recursos. ¡Hasta el próximo capítulo!