La solución al problema independentista,
como a casi todos nuestros problemas, pasa por dejar de pensar con las vísceras
y empezar a usar la cabeza, por salir de la trinchera y ponernos a trabajar en
la búsqueda de soluciones. So-lu-cio-nes. No medidas en las que unos ganen y
otros pierdan. No parches en los que una parte se sienta estafada o derrotada.
Soluciones claras, y duraderas.
Primer paso: reconocer el problema
Lo primero que debemos hacer para
encontrar solución a un problema es asumirlo: el problema independentista es un
hecho. Tenemos grandes porcentajes de población en dos partes del territorio
que quieren dejar de pertenecer al país; negarlo es del todo absurdo. A su vez,
tenemos en dichas partes del territorio grandes porcentajes de población que
quieren mantener su condición de español; negarlo es igualmente absurdo.
Una vez hayamos reconocido el problema,
podremos ponernos a buscarle soluciones. Y en democracia, la soluciones
pasan por las leyes. Es con ellas con las que nos organizamos y regimos. Con
ellas, con las que reducimos la incertidumbre y el miedo; y conseguimos la
estabilidad y seguridad necesarias para el progreso. Por tanto, decidamos
entre todos qué norma puede poner solución a este problema. Debatámosla,
consensuémosla, redactémosla y, finalmente y sobre todo, hagámosla cumplir.
Así lo hemos hecho con muchos otros
problemas, y así debemos de seguir haciéndolo con todos. No podemos seguir
ignorándolo. No podemos dejarlo sin solución ad infinitum y permitir que sea
utilizado, una y otra vez, por unos y por otros, como cortina de humo frente a
otros problemas o corruPPciones/corrupCiUnes. De jemos de negar la
mayor, o de excusarnos en la Constitución, que al fin y al cabo no es más que
otra norma para facilitar la convivencia, y que todos sabemos que no es tan
difícil de cambiar; recuerden el verano de 2011.
Ni estamos solos, ni somos los primeros
Como Escocia ha puesto de relieve en los
últimos días, en otros países también tienen problemas parecidos al nuestro.
¿Qué han hecho en los mismos? Han redactado leyes consensuadas en las que
todas las partes ceden para poder llegar a un acuerdo, en las que se deja la
trinchera atrás en aras de la convivencia. ¿Por qué aquí no?
En Canadá, ante el problema
independentista de Quebec, establecieron en el año 2000 la 'Ley de
Claridad', que establece las 'reglas' para la posible independencia de una
región. Estipula, por ejemplo, que de hacerse
un referéndum la pregunta del mismo deberá ser completamente clara, y
deberá referirse únicamente a la independencia de la región.
Allí todos saben 'las normas', que entre ellos mismos han decidido, por lo que no hay miedo ni incertidumbre, y por tanto no se frena el progreso con un problema ya 'regularizado'. Vuelvo a repetir, ¿por qué aquí no?
Ahora, soluciones
Bueno, ¿y qué podríamos establecer en dicha
norma? Los cauces para que una región pueda independizarse del resto del
país. Sí, la clave es que sea posible, luego hablaremos de condiciones,
procesos, porcentajes, etc. pero partimos de la base de que independizarse
tiene que ser finalmente posible estando regularizado el cómo, porque si no
sólo gana un 'bando' y no se soluciona el problema.
¿Quién pediría que se realice un
referéndum? ¿El parlamento de dicha región? ¿Un número de diputados del
parlamento nacional? Estudiémoslo. Una vez pedido, ¿dónde se realizaría?
¿En todo el territorio o sólo en el de la región que lo solicita? (Este punto
tiene gracia ya que la trinchera "no quiero ni oír hablar del tema"
querría lo primero y la trinchera "independencia a la fuerza" preferiría
lo segundo, cuando yo creo que precisamente el sí tiene más posibilidades
votando todo el país que votando sólo la región).
Otros puntos claves a decidir y a
regularizar sería la organización ante la posible independencia. ¿Qué
haríamos con lo común? ¿Cómo se dividiría el ejército? ¿Cómo la deuda pública?
Respecto a esto último en UK han decidido que la deuda seguiría siendo de UK y
la hipotética Escocia independiente debería su parte proporcional a UK; una
buena forma de dar seguridad a los inversores y no disparar el coste de la
deuda. En este caso habría que establecer también las condiciones de pago de la
región saliente o las garantías ante un caso de default. ¿Qué tipo de pactos en
cuanto a relaciones comerciales tendríamos entre las partes? ¿Cómo sería el
tránsito de personas (sabiendo que en este punto sería la UE quien habría de
autorizarlo)? Etc. Etc.
Otro punto muy controvertido - y
fundamental en todo este asunto - es: ¿Podríamos hacer algo para que los que no
quieren independizarse pudieran mantener sus derechos en caso de independencia?
Una posible solución sería otorgar la doble nacionalidad a aquellos que votaron
por el NO; de esta forma si gana el SÍ los independentistas ganan pero los
unionistas no pierden algo tan importante como la nacionalidad. Una idea a
simple vista fácil, pero que implicaría una exhaustiva custodia y
vigilancia del listado de NOes, seguramente a manos de un ente
internacional que velara por la seguridad y confidencialidad del mismo.
Basta de circo
Cábalas aparte, lo que no podemos
permitirnos es seguir con este juego de niños en un asunto tan tan tan serio.
Los pro-independencia no pueden seguir ignorando que hay mucha gente en
sus regiones que no comparte su opinión, los anti-independencia
tampoco pueden seguir ignorando al gran porcentaje de población que demanda un
cambio de Estado. Seamos serios, dejemos las vísceras a un lado, consensuemos
una norma y respetémosla, de hecho, establezcamos las consecuencias para
aquellos que no la respeten (Consecuencias graves, tanto para un alcalde que
monte un referéndum por su cuenta, como para un alcalde que se niegue a
celebrar un referéndum que sí ha seguido todos los pasos legales). Una vez
tengamos claras las reglas del juego, podremos hacer hincapié en otros muchos
problemas, que los hay, y más graves.